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23 junio 2009

Crónicas Tanzanas II: Hay oro en los Montes Pare

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Vista de Chome


Mambo vipi?
Desde Same el NO-DO tanzano pero en colores…

El Titular:

¡¡¡¡¡¡¡ HAY ORO EN LOS MONTES PARE…!!!!!!


El resumen:

En el transcurso de una bonita excursión en torno a la selva de montaña del pico Shenghena, un grupo de senderistas se vio sorprendido por la presencia de buscadores de oro, que ejercían ilegalmente su oficio, como en el lejano oeste americano del siglo XIX.


La noticia:

Durante el pasado fin de semana un grupo de excursionistas blancos se acercó en vehiculo 4x4 a la aldea de Chome, distante 40 km de Same con el objetivo de disfrutar del clima fresco de montaña y de una ruta senderista por los alrededores del lugar.

Mmmh... ¡Judías makande!
Priméramente, el sábado se produjo un interesante intercambio de culturas, ya que tras obsequiar a los extranjeros con un baile local, los lugareños pidieron a continuación al grupo un baile tradicional español. La elección resultó ser “el baile de los pajaritos” de Maria Jesús y su acordeón. Tras un comienzo un poco titubeante, algunos habitantes de Chome se unieron a la coreografía, disfrutando sin duda del interés etnográfico de este gran baile.

El evento se producía en la misma puerta de una choza que hacia las veces de bar, y donde los más rudos hombres del pueblo se ponían ciegos con aguardiente de caña elaborada en el mismo patio trasero de la tasca. Estos mismos hombres animados por el jolgorio, y sobre todo por el alcohol, salieron a la improvisada pista y se intercalaron entre los demás, moviendo el culito a la vez que se agachaban, aplaudían y cantaban el colofón del estribillo de la famosa canción “pam, pam, pam, pam…”

Tras las incontables risas y un reparador sueño nocturno dificultado por un coro de un millón de ranas, los entusiastas montañeros despertaron el domingo y comenzaron la caminata muy de mañana y con la legaña dificultando la visión, tras el considerable madrugón.

      ¿Tribal dance?

Después de 2 horas y media de empinada cuesta, el paisaje del pico Shenghena techo de los montes Pare del sur, justificaba el esfuerzo. Pudieron observar árboles gigantescos y únicos, lianas, helechos gigantes y monos pertenecientes a especies extrañas, cantos de pájaros y un sinfín de curiosidades más. Al cabo de unos minutos, el mencionado grupo pudo observar entre los árboles, a un grupo de personas lavando unos pantalones en el río.

¿Qué hace un grupo de personas lavando pantalones a 2000 metros de altura, a 10 km del pueblo? ¿Por qué este empeño en ir limpios cuando por estos pagos los pantalones se sostienen solos de pie de la mierda que tienen? Aún sabiendo que los domingos los cristianos del lugar se visten con sus más elegantes chaquetas de manga corta, combinadas con las más estrafalarias bambas de deporte, todo resultaba extraño…

Pare people
El guía se acerco a indagar y al rato volvió contando que había rumores acerca de la presencia de oro en estas montañas, y que aquellas personas estaban buscando de forma ilegal el preciado mineral. Los pantalones los lavaban para disimular su presencia en el lugar en el caso en el que agentes del gobierno les descubrieran en su faena. La sorpresa que causó este comentario no fue nada en comparación con la que produjo el hecho de que tras la conversación con el guía, aquellos hombres estaban dispuestos a mostrar como lo hacían.

El grupo avanzó hacia el interior del bosque donde se abría un claro. En aquel lugar había mucha más gente junto al curso del río, todos mostraban sorpresa y sensación de desconfianza, se notaba un repentino cese de la actividad que estaban realizando, cualquiera que fuese aquella. A pesar de estar parados, a la mayoría les caían las gotas de sudor por la cara. También había hogueras, e improvisadas tiendas de campaña hechas con jirones de telas, algunas mujeres hacían comida en pucheros humeantes. La tierra estaba removida por todas partes. Las miradas desafiantes en algunos que portaban machetes enormes, causaron una gran sensación de alerta e inseguridad en los miembros del grupo de blancos, ante la visión de aquel autentico campamento.

La fiebre del oro. (Photo by Jordi Hernández)
Pese al palpable nerviosismo que la presencia de extranjeros causaba en algunos de los hombres, y tras repetidas discusiones entre ellos, ante el asombro general un pequeño grupo de buscadores comenzaba a cavar delante de los recién llegados, un hoyo en el suelo. De aquel agujero empezó a salir una tierra amarillenta, y húmeda formada por grumos apelotonados. A continuación uno de ellos comenzó a deshacerla con las manos en un recipiente con agua y comenzaba el bateo de aquella mezcla con una habilidad increíble.

La visión de todo aquel proceso hizo al grupo sentirse en medio de la fiebre del oro que se despertó en California o en Nebraska, en tiempos de Billy el niño y Toro Sentado. Cada vez iba quedando menos tierra y menos agua en el fondo de aquel plato semiesférico. La expectación iba creciendo por momentos. Al cabo de unos minutos y un montón de meneos aquellos harapientos hombres que vivían y dormían junto a la selva en condiciones penosas, se arremolinaron junto a la orilla para ver el resultado, y entre gritos y palabras ininteligibles primero, y sonrisas de satisfacción después, acercaron a los incrédulos blancos el resultado de su trabajo. Ante ellos, destelleaba en el fondo de la batea una pequeña pepita de oro…


Lago Kalemawe desde los Montes Pare

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