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26 junio 2009

Crónicas Tanzanas I: Cómo salir de Zanzíbar.


Playas de Bwejuu

Hola people.

Tras una semana de playa en Zanzíbar, y tras leer algunos mails de los amigos españoles, que vinieron a visitarnos estos ultimos 15 dias, puedo confirmar que el síndrome postvacacional es un estado mental y físico mundial, y diria que universal… Aquí en Same tambien se sufre.

De Zanzíbar que quereis que os diga, aguas turquesas, arena blanca, cocoteros, langosta en fin, el paraíso, o mejor… mirad las fotos que hicimos.


Puerto de Stone Town
En la capital Stone Town, la gente al saber que éramos españoles nos decían cosas como “¿Que pasa neng? “ o “Pecadorrr de la pradera” con acento swahili. Es verdad que Zanzíbar siempre ha sido mezcla de culturas según está escrito en la guía de la lonely planet.

El nombre de TANZANIA proviene de la unión de 2 países; TAN-ganica y ZAN-zíbar, que dieron lugar a TAN-ZAN-ia en los años sesenta. Zanzíbar es una isla rodeada de arrecifes de coral, a 50 km de la costa contiental y que en su momento fue muy importante debido al comercio de especias, y esclavos. Tiene influencias árabes, bantúes e indias. A diferencia de Tanganika donde musulmanes y cristianos estan repartidos, en Zanzíbar el 95% son musulmanes…

Esta rica herencia historica, ha debido provocar que las costumbres sean muy variopintas y diferentes a las del resto del mundo, un claro ejemplo de esto es el sistema de embarque en el aeropuerto de la isla, que padecimos o disfrutamos, según se mire, al marcharnos, y que paso a explicar a continuación.

Lo primero es bajarse del taxi y buscar los mostradores de facturación espantando a los porteadores espontaneos que tratan de arrancarte la maleta de las manos, aunque tu les jures que pesa 2 kilos, y que puedes perfectamente con ella.

Los mencionados mostradores consisten básicamente en un señor con una mesa y una báscula antigua como las del mercado en las que una aguja marca en un círculo el peso del equipaje. Este señor se encuentra en la acera del parking del aeropuerto, es decir EN LA CALLE, con un cartón colgado de la cornisa del techo del edificio aeroportuario en el que aparece el logotipo de la compañía aerea. La cornisa solo tapa al señor y al primero de la cola, no quiero pensar que ocurrirá cuando llueva y haya 20 personas con equipajes calándose enteros…

Cuando llega tu turno, el señor escribe en un formulario de papel (tipo cuaderno del cole de los años 70), con un boli, el codigo del vuelo y el nombre del pasajero, y te lo entrega. Esta es tu tarjeta de embarque, sin numerar, como en el cine antiguo. Pesan la maleta le ponen la pegatina y la dejan al otro lado.
Playas de Bwejuu



Después de esto hay que buscar la entrada al edificio que es una puerta del ancho de las de vuestra casa, y una vez dentro otro señor te indica el camino hacia un montón de maletas, todas ya facturadas esparcidas por el suelo. Sorprendentemente entre ellas está la tuya, y el señor te explica que tu mismo la tienes que llevar hasta otro mostrador en donde un operario la recoge y la lleva al avión.

En el escaner previo a la sala de embarque nos ven cara de fastidio porque llevamos una botella de litro y medio de agua teóricamente capaz de contener explosivo líquido para derribar la flota entera de air tanzania. La señorita del escaner sonrie y nos dirije una mirada de complicidad que interpretamos como “amos, anda, tirar palante con la botella” posteriormente confirmada verbalmente con el popular dicho “hakuna matata” (no hay problema).

En la sala de embarque hay una tienda dutifri, pero como no volamos al extranjero no podemos comprar nada, ni unas galletas, y eso que con las prisas no hemos comido. ¿Qué tendrán de especial las galletas del dutifri?


De "vacas" en las playas de Bwejuu
Desde la sala se ve la zona donde llegan y salen los aviones, los que llegan parece que van buscando donde hay sitio para aparcar, los que salen frenan cuando se cruzan con otro que llega, la gente va caminando por aquí y por allá, en el parking de aviones, y da la impresión que los pasajeros del kenya airways, se van a subir en el avion de la air ethiophian y viceversa, pero no… Como siempre en Tanzania aunque parezca imposible todo acaba saliendo bien.

La megafonía de la sala es otro señor junto a la puerta que hace hueco con las manos delante de la boca y grita el número de vuelo y el destino para que la gente se ponga en la cola y vaya saliendo para la escalera del avión. Parece rudimentario pero no sabéis el volumen, tono y timbre de voz que tienen los tanzanos, parecen todos cantantes de blues.

“Pasajeros a Dar es Salaam , por favor, que nos vamos…” Nos toca, que pena, se acabaron las vacaciones…

Besos pa tos.


Dhow en la playa de Kendwua

23 junio 2009

Crónicas Tanzanas II: Hay oro en los Montes Pare

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Vista de Chome


Mambo vipi?
Desde Same el NO-DO tanzano pero en colores…

El Titular:

¡¡¡¡¡¡¡ HAY ORO EN LOS MONTES PARE…!!!!!!


El resumen:

En el transcurso de una bonita excursión en torno a la selva de montaña del pico Shenghena, un grupo de senderistas se vio sorprendido por la presencia de buscadores de oro, que ejercían ilegalmente su oficio, como en el lejano oeste americano del siglo XIX.


La noticia:

Durante el pasado fin de semana un grupo de excursionistas blancos se acercó en vehiculo 4x4 a la aldea de Chome, distante 40 km de Same con el objetivo de disfrutar del clima fresco de montaña y de una ruta senderista por los alrededores del lugar.

Mmmh... ¡Judías makande!
Priméramente, el sábado se produjo un interesante intercambio de culturas, ya que tras obsequiar a los extranjeros con un baile local, los lugareños pidieron a continuación al grupo un baile tradicional español. La elección resultó ser “el baile de los pajaritos” de Maria Jesús y su acordeón. Tras un comienzo un poco titubeante, algunos habitantes de Chome se unieron a la coreografía, disfrutando sin duda del interés etnográfico de este gran baile.

El evento se producía en la misma puerta de una choza que hacia las veces de bar, y donde los más rudos hombres del pueblo se ponían ciegos con aguardiente de caña elaborada en el mismo patio trasero de la tasca. Estos mismos hombres animados por el jolgorio, y sobre todo por el alcohol, salieron a la improvisada pista y se intercalaron entre los demás, moviendo el culito a la vez que se agachaban, aplaudían y cantaban el colofón del estribillo de la famosa canción “pam, pam, pam, pam…”

Tras las incontables risas y un reparador sueño nocturno dificultado por un coro de un millón de ranas, los entusiastas montañeros despertaron el domingo y comenzaron la caminata muy de mañana y con la legaña dificultando la visión, tras el considerable madrugón.

      ¿Tribal dance?

Después de 2 horas y media de empinada cuesta, el paisaje del pico Shenghena techo de los montes Pare del sur, justificaba el esfuerzo. Pudieron observar árboles gigantescos y únicos, lianas, helechos gigantes y monos pertenecientes a especies extrañas, cantos de pájaros y un sinfín de curiosidades más. Al cabo de unos minutos, el mencionado grupo pudo observar entre los árboles, a un grupo de personas lavando unos pantalones en el río.

¿Qué hace un grupo de personas lavando pantalones a 2000 metros de altura, a 10 km del pueblo? ¿Por qué este empeño en ir limpios cuando por estos pagos los pantalones se sostienen solos de pie de la mierda que tienen? Aún sabiendo que los domingos los cristianos del lugar se visten con sus más elegantes chaquetas de manga corta, combinadas con las más estrafalarias bambas de deporte, todo resultaba extraño…

Pare people
El guía se acerco a indagar y al rato volvió contando que había rumores acerca de la presencia de oro en estas montañas, y que aquellas personas estaban buscando de forma ilegal el preciado mineral. Los pantalones los lavaban para disimular su presencia en el lugar en el caso en el que agentes del gobierno les descubrieran en su faena. La sorpresa que causó este comentario no fue nada en comparación con la que produjo el hecho de que tras la conversación con el guía, aquellos hombres estaban dispuestos a mostrar como lo hacían.

El grupo avanzó hacia el interior del bosque donde se abría un claro. En aquel lugar había mucha más gente junto al curso del río, todos mostraban sorpresa y sensación de desconfianza, se notaba un repentino cese de la actividad que estaban realizando, cualquiera que fuese aquella. A pesar de estar parados, a la mayoría les caían las gotas de sudor por la cara. También había hogueras, e improvisadas tiendas de campaña hechas con jirones de telas, algunas mujeres hacían comida en pucheros humeantes. La tierra estaba removida por todas partes. Las miradas desafiantes en algunos que portaban machetes enormes, causaron una gran sensación de alerta e inseguridad en los miembros del grupo de blancos, ante la visión de aquel autentico campamento.

La fiebre del oro. (Photo by Jordi Hernández)
Pese al palpable nerviosismo que la presencia de extranjeros causaba en algunos de los hombres, y tras repetidas discusiones entre ellos, ante el asombro general un pequeño grupo de buscadores comenzaba a cavar delante de los recién llegados, un hoyo en el suelo. De aquel agujero empezó a salir una tierra amarillenta, y húmeda formada por grumos apelotonados. A continuación uno de ellos comenzó a deshacerla con las manos en un recipiente con agua y comenzaba el bateo de aquella mezcla con una habilidad increíble.

La visión de todo aquel proceso hizo al grupo sentirse en medio de la fiebre del oro que se despertó en California o en Nebraska, en tiempos de Billy el niño y Toro Sentado. Cada vez iba quedando menos tierra y menos agua en el fondo de aquel plato semiesférico. La expectación iba creciendo por momentos. Al cabo de unos minutos y un montón de meneos aquellos harapientos hombres que vivían y dormían junto a la selva en condiciones penosas, se arremolinaron junto a la orilla para ver el resultado, y entre gritos y palabras ininteligibles primero, y sonrisas de satisfacción después, acercaron a los incrédulos blancos el resultado de su trabajo. Ante ellos, destelleaba en el fondo de la batea una pequeña pepita de oro…


Lago Kalemawe desde los Montes Pare